Hacer galletas sin gluten y sin lactosa crujientes es más sencillo de lo que parece, pero requiere prestar atención a los ingredientes y al proceso de horneado. La clave está en elegir una mezcla de harinas sin gluten adecuada. Algunas opciones recomendadas son la harina de arroz, de almendra o de maíz. Estas harinas aportan una textura que se asemeja a las galletas tradicionales.

Otro aspecto importante es el tipo de grasa que utilizas, ya que al no incluir mantequilla o productos lácteos, necesitarás alternativas como aceite de coco, margarina vegetal sin lactosa o incluso puré de frutos secos. Estas grasas ayudan a obtener esa textura crujiente que buscamos.

El horneado también juega un papel crucial. Para lograr una textura crujiente, las galletas deben hornearse a temperatura media-alta (alrededor de 175-180 °C) durante un tiempo suficiente para que se deshidraten ligeramente, pero sin quemarse. Es esencial dejarlas enfriar por completo sobre una rejilla, ya que esto permite que alcancen su máxima firmeza.

Un consejo adicional es añadir ingredientes como almendras laminadas, trozos de frutos secos o incluso semillas, ya que estos aportan un extra de crujiente y sabor. Recuerda siempre respetar las proporciones de los ingredientes y medir con precisión, ya que la repostería sin gluten y sin lactosa puede ser más sensible a los cambios.

Seleccionar la harina correcta es crucial al preparar recetas de galletas sin gluten y sin lactosa. Existen muchas opciones disponibles en el mercado, y cada una aporta una textura y sabor únicos. Aquí te explicamos las más comunes y sus beneficios:

• Harina de arroz: Es una de las más versátiles y económicas. Su textura fina permite obtener galletas suaves y ligeras, aunque por sí sola puede resultar un poco arenosa. Combínala con otras harinas para mejorar el resultado.
• Harina de almendra: Ideal para recetas que necesitan un toque de humedad y un sabor ligeramente dulce. Es perfecta para galletas tipo «shortbread» o similares.
• Harina de maíz: Su textura ligeramente gruesa y su sabor dulce la hacen ideal para galletas tradicionales. Es una opción muy utilizada en recetas de estilo rústico.
• Harina de avena sin gluten: Rica en fibra, esta harina aporta una textura masticable y un sabor único. Es excelente para galletas con frutas o frutos secos.
• Harina de castaña: Perfecta para quienes buscan un sabor más dulce y sofisticado, con un toque especial que hará tus galletas únicas.

Además de estas harinas, puedes probar mezclas comerciales sin gluten que ya vienen balanceadas con espesantes como goma xantana o goma guar. Estas mezclas facilitan la preparación y aseguran mejores resultados.

En las recetas de galletas sin gluten y sin lactosa, sustituir la mantequilla y la leche es fundamental para mantener el sabor y la textura deseados. Aquí tienes algunas opciones eficaces:

• Aceite de coco: Es una alternativa versátil y aporta un ligero sabor dulce. Úsalo en la misma proporción que la mantequilla en la receta original.
• Margarina vegetal sin lactosa: Se comporta de manera similar a la mantequilla y es ideal para recetas que requieren una textura cremosa.
• Puré de frutas: El puré de plátano o manzana es una opción saludable que también añade humedad a las galletas. Reemplaza la mantequilla en una proporción de 1:1, aunque ten en cuenta que puede cambiar ligeramente el sabor.
• Bebidas vegetales: Para sustituir la leche, las opciones como la leche de almendra, avena o coco son ideales. Escoge una bebida sin azúcares añadidos para no modificar el sabor final.
• Yogur vegetal: Si tu receta requiere un toque de cremosidad, el yogur vegetal (de coco o almendra) funciona muy bien.

Recuerda ajustar los líquidos en tu receta, ya que algunos sustitutos, como los purés, pueden añadir más humedad que la mantequilla o la leche.

Almacenar correctamente tus galletas sin gluten y sin lactosa es esencial para que mantengan su textura y sabor. Una vez horneadas, asegúrate de que se enfríen por completo antes de guardarlas. Esto evitará que se formen condensaciones que podrían reblandecerlas.

Guárdalas en un recipiente hermético, preferiblemente de vidrio o plástico con cierre seguro. Coloca papel pergamino entre las capas de galletas para evitar que se peguen entre sí. Si vives en un clima húmedo, puedes añadir una bolsita de gel de sílice (no tóxica) para absorber la humedad.

Las galletas pueden mantenerse frescas a temperatura ambiente durante 5-7 días. Para un almacenamiento más prolongado, congélalas. Colócalas en bolsas para congelador, retirando el exceso de aire, y consérvalas hasta 3 meses. Para descongelarlas, simplemente déjalas a temperatura ambiente durante unas horas.

El endulzante que elijas puede marcar la diferencia en tus recetas de galletas. Algunas alternativas son:

• Azúcar de coco: Aporta un sabor caramelizado único y es una opción más saludable.
• Miel o sirope de agave: Perfectos para dar un toque dulce natural, aunque debes reducir otros líquidos en la receta.
• Stevia o eritritol: Para opciones bajas en calorías, estos endulzantes funcionan muy bien en recetas sin gluten.